En una de las entradas de esta página inicial del blog afirmo: es importante retomar el uso de la comunicación por escrito, ya que siempre ha sido un modo personal de expresar las propias inquietudes y opiniones por la posibilidad que le ofrece a la reflexión. Que el envío sea mediante una misiva en papel o un mensaje electrónico lo mismo da, pues los dos medios nos llevan al mismo fin. Y, ciertamente, es así. Pero también es cierto que escribir una carta es un arte que ha sido sustituido por la inmediatez actual de los mensajes por correo electrónico, más formales, o por el rey de la rapidez, el whatsApp, más descuidado, como bien sabemos todos, donde todo se permite (cuando escribí la reflexión mencionada, en 2010, no existía el whatsApp).
Evidentemente son dos medios de comunicación que cumplen eficazmente su función: la comunicación entre personas que pueden vivir en dos partes opuestas de la Tierra y aún así se comunican como si estuvieran en la misma habitación. Sin embargo, se ha perdido el deseo de perfección formal que quien escribía una carta se proponía. No sólo quería comunicar sus preocupaciones, sus inquietudes, sus reflexiones, sino también hacerlo de una forma bella, poniendo de manifiesto su estilo al escribir. De ahí que la escritura de cartas o epístolas entrara a formar parte de la literatura como un Género Literario, el Epistolar. Los epistolarios son colecciones de cartas escritas por una persona o bien las enviadas mutuamente entre dos.
Hay algunos epistolarios muy interesantes y además muy conocidos, por ejemplo el que contiene las cartas que se escribían los dos grandes escritores del Realismo, Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán; entre el poeta (nuestro premio nobel onubense) Juan Ramón Jiménez y la escritora y traductora Zenobia Camprubí, antes de casarse; son muy conocidas también las cartas escritas por los poetas de la Generación del 27, Rafael Alberti, Federico García Lorca, (estos incluían sus dibujos en ellas) o las de Miguel Hernández. Alguien que también escribió muchas cartas, quizás más que cuadros pintó (que ya es decir), fue el gran pintor postimpresionista Vincent Van Gogh, la mayoría a su hermano Theo, que tanto lo quiso y lo ayudó en su atormentada vida , hay unas 700 cartas conservadas.
En fin, la lista sería interminable. Y lo más bello de todas ellas es no sólo que son un balcón por el que asomarnos al alma de los escritores, sino que además están manuscritas, cuando las leemos es como si estuviéramos más cerca de ellos.
Vamos a rendirle un homenaje a la Carta escuchando un tema de ese fantástico grupo musical que sintetiza en sus canciones el rock y la música celta: Celtas Cortos. Hoy, 20 de abril, hace 30 años que estrenaron esta canción.
Hay algunos epistolarios muy interesantes y además muy conocidos, por ejemplo el que contiene las cartas que se escribían los dos grandes escritores del Realismo, Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán; entre el poeta (nuestro premio nobel onubense) Juan Ramón Jiménez y la escritora y traductora Zenobia Camprubí, antes de casarse; son muy conocidas también las cartas escritas por los poetas de la Generación del 27, Rafael Alberti, Federico García Lorca, (estos incluían sus dibujos en ellas) o las de Miguel Hernández. Alguien que también escribió muchas cartas, quizás más que cuadros pintó (que ya es decir), fue el gran pintor postimpresionista Vincent Van Gogh, la mayoría a su hermano Theo, que tanto lo quiso y lo ayudó en su atormentada vida , hay unas 700 cartas conservadas.
En fin, la lista sería interminable. Y lo más bello de todas ellas es no sólo que son un balcón por el que asomarnos al alma de los escritores, sino que además están manuscritas, cuando las leemos es como si estuviéramos más cerca de ellos.
Vamos a rendirle un homenaje a la Carta escuchando un tema de ese fantástico grupo musical que sintetiza en sus canciones el rock y la música celta: Celtas Cortos. Hoy, 20 de abril, hace 30 años que estrenaron esta canción.